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Biografías y archivos

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Adrián Acosta

 

Nacido en Monte Escobedo, Zacatecas, Adrián Acosta emigró a Alaska a principios de la década de 1970 después de haber vivido en California. Trabajó en proyectos de construcción industrial en el North Slope y en las islas de Igigik y Ayak. A Acosta le apasionaba la historia y le encantaba contar historias sobre la época del oleoducto. “Se rumoreaba que se iba a construir un segundo oleoducto. La gente ganaba buen dinero, pero muchos lo gastaron todo en coches nuevos y fiestas, y el segundo proyecto nunca se llevó a cabo. Muchos perdieron tanto,” Acosta solía decir.

 

Acosta era un católico devoto y nunca falló a la misa de las 11:30 en la co-catedral de Nuestra Señora de Guadalupe. Se encargaba de repartir donas y café a los feligreses después de la misa, con lo cual agregaba un toque de dulzura a sus mañanas. A veces, también traía burritos para mostrar su afecto. Un hombre tranquilo pero amable, la calidez de Acosta se sentía en pequeños gestos, y la comunidad de la iglesia siempre lo recordará como “el señor de las donas”.

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Daniel Esparza

 

Daniel Esparza estudiaba derecho en México en 1975, cuando tomó la audaz decisión de emigrar a Alaska. Su primer trabajo en el estado fue en el restaurante mexicano La Cabaña en el centro de Anchorage. Esparza recuerda con cariño su primer septiembre en Alaska, cuando se encontraba ansioso por celebrar el Día de la Independencia de México. “Algunos mexicoamericanos que trabajaban en la base militar organizaron una fiesta. Había muy pocos latinos en Alaska en ese entonces, tal vez 10 o 20 fueron a la fiesta”.

 

Esparza siempre ha sido un inmigrante preocupado por la comunidad. Su activismo ha impactado a numerosos grupos. Entre otras cosas, ayudó a establecer un banco de alimentos en Fairview, se ha involucrado de forma activa con la congregación hispana de la co-catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, ha formado parte del comité de organización de eventos comunitarios de recaudación de fondos y talleres de inmigración, y desempeñó un papel clave en la creación de Sol de Medianoche, junto con otros líderes latinos.

 

Durante décadas, Esparza trabajó como líder sindical. Hoy, su legado perdura en la vibrante comunidad latina que ayudó a construir. Sus esfuerzos continúan inspirando a las generaciones futuras a abogar por sus derechos y fortalecer sus raíces culturales en Alaska.

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Óscar Guarderas

 

El empresario peruano Óscar Guarderas llegó a Anchorage en la década de 1970 y alcanzó el éxito gracias a su determinación.

 

Pepsi le dio su primera oportunidad en Alaska. Guarderas recuerda haber dicho a un compañero de trabajo: “Algún día te mostraré lo que significa el éxito”. Guarderas cumplió su promesa cuando fundó Big Boy Facility, una empresa de limpieza que llegó a emplear a más de 250 personas. En 1984, obtuvo el reconocimiento de la Agencia Federal de Pequeños Negocios (SBA) como Empresario del Año. Más tarde, abrió Guarderas Leasing Company, que operó hasta 2023.

 

Guarderas fue un defensor de la equidad laboral, y abogó por la contratación de personas de minorías mientras trabajaba para el Departamento de Trabajo a principios de la década de 2000.

 

Su activismo lo llevó a conocer a numerosos políticos, entre ellos George Bush, Ronald Reagan, Frank Murkowski, Ted Stevens, Bill Walker y Mike Dunleavy.

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Ana Gutiérrez Scholl

 

Ana Gutiérrez Scholl creció amando el folklore. Su abuela vivía cerca de Garibaldi, la famosa plaza de mariachis de la Ciudad de México, y cuando Ana no quería dormir, “me llevaban a escuchar mariachis”, recuerda.

 

Gutiérrez Scholl emigró a Alaska vía Washington. Con la intención de honrar su herencia cultural, en 2002 creó el Grupo de Danza Xochiquetzal-Tiqun, junto con Ana del Real. Al principio, Xochiquetzal-Tiqun se enfocó en los niños, pero luego el grupo se expandió para incluir adultos.

 

Tras más de 20 años de reflexionar sobre la cultura y la danza, Gutiérrez Scholl dice: “Nuestros puntos en común con otras culturas son más grandes que nuestras diferencias. Cuando conoces las culturas de forma profunda, las reconoces y las respetas”.

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Ángela Jiménez

 

Nacida en la República Dominicana, Ángela Jiménez llegó a Anchorage en 1995 después de vivir unos años en Nueva York. Vino con sus hijos y pronto descubrió que Alaska es una tierra de personas resilientes y compasivas. “Me enamoré de Alaska. Alaska supo cómo ayudarme cuando más lo necesitaba”, explicó.

 

Jiménez pronto se dio cuenta de que los inmigrantes necesitaban muchos servicios, entre ellos asistencia con los impuestos, transferencias de dinero y viajes a precios accesibles. Así que abrió el Centro de Servicios Hispanos en Mountain View en 1998. Años más tarde, Jiménez lanzó McKinley Services, que se enfoca en apoyar a las personas mayores.

 

Hoy, Jiménez es orgullosamente madre y abuela, e inspira a la próxima generación a tomar el mundo en sus manos.

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Moyce Polanco

 

Nacido en la República Dominicana, Moyce Polanco se mudó a Alaska a los 17 años. Asistió a la universidad, se casó y ahora es el orgulloso padre de tres hijos y el abuelo de seis nietos.

Durante los últimos 23 años, Polanco ha trabajado como pastor de la Iglesia de Dios Hispana Bethel con su esposa, Sara. Polanco se toma muy en serio su papel de consejero espiritual, y ofrece orientación, apoyo y compasión a su congregación.

Sin embargo, “no puedo decirles lo que tienen que hacer. Ellos deben tomar sus propias decisiones”, dice. Lo que Polanco suele hacer es compartir lo que haría él si estuviera en su lugar. En última instancia, respeta que cada persona tiene que seguir su propio camino y escribir su propia historia.

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María Rosas

 

Nacida en Puerto Rico, María Rosas emigró a Anchorage en 1974 para acompañar a su hermana, que ya vivía en Alaska. En ese momento, la comunidad era pequeña y la mayoría de los latinos se conocían entre sí.

Rosas se involucró rápidamente en numerosas iniciativas. Fue conductora del programa de radio Ecos del Coquí durante más de 30 años y organizó el primer festival latino de verano de Anchorage en 1987. Junto con un grupo de voluntarios, Rosas fundó La Voz Latina, el primer periódico latino de Anchorage, que se publicó de 1989 a 1999. Wells Fargo lo distribuyó por todo el estado.

“Era mucho trabajo, y a veces teníamos que pagar de nuestros bolsillos para sacar el periódico. Pero lo hacíamos con alegría porque queríamos que la comunidad se uniera”, recordó.

Rosas trabajó durante 22 años para el Departamento de Correccionales. Al finalizar su servicio, se mudó a Florida para disfrutar de su jubilación.

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Patricia Whited

 

Nacida en el Perú, Patricia Whited llegó a Alaska hace veinte años como parte de un programa de intercambio estudiantil. Durante su paso por la universidad, conoció al amor de su vida, y juntos formaron una familia.

Maestra de educación especial en la Escuela Primaria Government Hill, Whited cree firmemente en el poder de la integración comunitaria a través de actividades culturales. Cada año, colabora con sus compatriotas peruanos para organizar la celebración de Nuestro Señor de los Milagros en Anchorage, un evento que atrae a casi 500 personas.

 

“Debemos estar activos. Debemos ayudarnos los unos a los otros, no solo para la fiesta de Nuestro Señor de los Milagros, sino en todo lo demás. De eso se trata ser una comunidad”, dijo.

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Kris Anderson

Kris Anderson nació en Kodiak y pasó parte de su infancia en España, donde aprendió español y catalán. También fue en la Península Ibérica donde conoció a su esposa, Rosita. Anderson regresó a Alaska en 1969. Al notar el creciente número de latinos en Anchorage, abrió La Tienda, el primer comercio latino de Alaska, en 1981.

Anderson también es traductor certificado. A principios de la década de 1980, un par de alpinistas barceloneses tuvieron un accidente al escalar Denali. Uno falleció. El equipo de rescate contactó al sobreviviente por radio. Anderson pudo proporcionarle ayuda y consuelo en catalán, la lengua materna del alpinista.

A lo largo de los años, Anderson ayudó a muchos latinos necesitados. En aquel entonces, “la comunidad estaba unida por una hermosa solidaridad”, recordó.

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Kendra Arciniega

Nacida en Laredo, Texas, Kendra Arciniega llegó a Alaska a los 9 años. Kendra es una orgullosa descendiente de los Arciniega de San Antonio, cuyo legado se remonta al siglo XVIII. ¡Incluso hay una calle con su nombre en el corazón de San Antonio!

Durante años, Arciniega ha estado preocupada por la representación y el sentido de pertenencia. Kendra dejó Alaska para ir a la universidad y, desde su regreso, ha trabajado activamente para crear espacios para la expresión de su identidad multifacética. “Soy una persona guiada por la identidad. Mi orientación sexual es muy sagrada para mí. Mi latinidad es muy sagrada para mí. Mi identidad como mujer es muy sagrada para mí”, explicó.

Arciniega es la orgullosa fundadora de Arciniega Street Productions, nombrada en honor a sus antepasados, y productora de Drag Lotería, evento que se ha llevado a cabo en Cafecito Bonito durante los últimos 3 años.

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Teodora Cabrera

Nacida en Veracruz, México, Teodora Cabrera llegó a Alaska a principios de la década de 1990. Al igual que muchos latinos, trabajó largas jornadas en las empacadoras de pescado. Actualmente, tiene su propio negocio.

Cabrera se involucró en la celebración de Nuestra Señora de Guadalupe a principios de la década de 2000. Junto con sus hermanas, ha decorado la iglesia para esta festividad con cientos de flores durante muchos años. “Hemos ido aprendiendo a lo largo del proceso”, dijo. Inicialmente, decoraban algunos jarrones. Más tarde, crearon el escenario del Cerro del Tepeyac con la ayuda de algunos compañeros católicos. Con el tiempo, la celebración se ha convertido en un vibrante jardín de aromas y colores.

Las hermanas Cabrera ayudaron a la iglesia a traer la escultura de Nuestra Señora de Guadalupe que ahora se encuentra en la capilla.

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Sonia Cornejo

Nacida en Colombia, Sonia Cornejo llegó a Alaska cuando era niña. Su madre trabajaba largas jornadas para mantener a la familia. Como muchos niños inmigrantes, Cornejo aprendió inglés rápidamente y ayudó a sus padres a traducir y llenar documentos oficiales. Más tarde, trabajó en la División de Asistencia Pública.

Cornejo ha estado activa en la comunidad durante mucho tiempo. Fue parte de un grupo de danza colombiana en la década de 2000 y participó en múltiples eventos comunitarios, donde recuerda: “todos ayudaban”.

Actualmente, Cornejo trabaja como agente inmobiliaria, pero continúa apoyando a los latinos vulnerables, guiándolos a través del sistema cuando más lo necesitan.

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Hugo Forest

Después de vivir en Nueva Jersey durante unos años, Hugo Forest se mudó a Alaska a mediados de la década de 1970. Nacido en Mendoza, Argentina, Forest comenzó sus andanzas en el estado trabajando en Fairbanks, luego en el North Slope y Valdez, hasta establecerse finalmente en Anchorage.

Las contribuciones de Forest a la cultura latina de Alaska incluyen la creación de una liga de fútbol, el lanzamiento del programa de televisión Latinos en Alaska de Telemundo, y la participación en la organización de múltiples eventos comunitarios.

En 2008, Hugo cumplió uno de sus sueños. Colocó todas las banderas de América Latina en Utqiagvik y tomó una foto de ellas. “Mi objetivo era decir, nosotros los latinos estamos aquí, en la cima del mundo,” dijo.

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Julie Santaella

Nacida en El Paso, Texas, Julie Santaella migró a Alaska por las fuerzas armadas, ya que su esposo estaba en el ejército.

En la época en que los padres de Santaella, Juan y Lucy Aragon, crecieron en la ciudad fronteriza, se solía disciplinar a los hispanos por hablar en español. Santaella cuenta que “el enfoque estaba en el inglés.” Más tarde, los señores Aragon se mudaron a California, y cuando volvían a Texas en verano, “mis abuelos solo hablaban español. Había una desconexión en la comunicación.”

Por circunstancias afortunadas, como directora de la Escuela Primaria Government Hill, Santaella ha tenido la oportunidad de trabajar en la preservación de la diversidad lingüística en Alaska. “Estoy feliz y orgullosa de animar a todos estos estudiantes a conservar su idioma y a que las familias comprendan la importancia de que sus hijos mantengan su lengua.”

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Nicolás Olano

Nacido en Colombia, Nicolás Olano es un experimentado abogado de inmigración que comenzó a ejercer el derecho a principios de la década de 2000. Abrió su firma en Miami, donde llevó más de 10,000 casos. “Defendía a las personas en la Corte de Inmigración todo el tiempo,” dijo.

En 2015, Olano se mudó a Alaska y abrió su firma aquí junto con su esposa, Lara Nations. Nations Law es la primera firma de inmigración en el estado dirigida por un latino. Durante estos años, Olano y Nations se han familiarizado profundamente con las historias de resiliencia y esperanza de quienes buscan una vida mejor en nuestro estado.

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Ninetta Regalado

Ninetta Regalado trabajó con comunidades de refugiados en la Costa Este antes de mudarse a Alaska en el 2000. Tras un breve período en el North Slope, se estableció en Anchorage y comenzó a trabajar en el programa de refugiados de Catholic Social Services. “Siempre he estado motivada a trabajar con la diversidad cultural. Es una invitación constante a abrir nuestros corazones,” explicó.

Nacida en Santo Domingo, Regalado trabaja incansablemente para mantener vibrante la herencia cultural de los dominicanos en Anchorage. Actualmente está involucrada en la celebración de la Independencia dominicana, que incluye comida y danzas tradicionales.

Consciente del legado de los adultos mayores latinos, Regalado organiza reuniones donde ellos bailan, comparten historias y celebran nuestra cultura con alegría.

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Lilian Cabrera

 

Nacida en Aguadilla, Puerto Rico, Lilian Cabrera llegó a Alaska en 1975, tras vivir en Nueva Jersey durante un par de años. La vida no era fácil para los latinos en Alaska durante la década de 1970. En ese momento, casi no había transporte público. Quienes no tenían coche debían caminar largas distancias. Era raro encontrar productos latinos en las tiendas. “Nos llevó mucho tiempo encontrar gandules enlatados, y no había plátano”.

 

Pese a todo, los latinos encontraban formas de celebrar su cultura. A veces, Cabrera improvisaba un atuendo tradicional puertorriqueño y bailaba al ritmo del merengue y la salsa. Se unió al grupo de Leonas Latinas y se terminó por enamorar de Alaska. Ahora, sus hijos y nietos viven aquí y se han preocupado por mantener viva su herencia cultural. “Mi nieta Victoria ya sabe cocinar el arroz con gandules. Le queda delicioso”.

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Vilma Gibaja, Denise y Karim Otaegui

 

Vilma Gibaja emigró de Perú a Alaska en 1993 para estar con su familia. Gibaja habla quechua, la lengua indígena de los Andes. Ella siempre se ha sentido orgullosa de sus raíces y crió a sus hijas, Denise y Karim, con sólidos valores de orgullo cultural y solidaridad.

 

Las hijas de Vilma también emigraron a Alaska. Karim llegó en la década de 1980 y Denise años después. Desde el principio, se involucraron en la comunidad.

 

Las hermanas Otaegui formaron parte del comité organizador de las primeras celebraciones de Nuestro Señor de los Milagros en 1996. Crearon un grupo de baile peruano llamado Las Ñustas en 1998 y, durante casi una década, tuvieron un camión de comida peruana. Orgullosas de su idioma, abrieron la escuela de español Somos Amigos en 2004.

Janice Gullickson y Laurel Derksen

 

A principios de la década de 1990, Janice Gullickson asistió a una conferencia de Advocates for Language Learning en Washington D.C. Ahí se enteró de que una innovadora iniciativa de enseñanza de idiomas estaba produciendo resultados notables en otras partes del país y en Canadá. Visitó escuelas en Virginia y California y se dio cuenta de que Anchorage necesitaba un programa similar. Con un equipo muy solidario, Gullickson solicitó una beca federal para abrir un programa de inmersión en español inspirado en lo que había visto. ¡Y lo consiguieron!

 

Lanzar el programa en la Escuela Primaria Government Hill en 1993 implicó una gran labor, desde el reclutamiento de estudiantes hasta la búsqueda de los maestros adecuados y la preparación de materiales pedagógicos y de la escuela. “Los primeros padres que se comprometieron con el programa fueron muy dedicados y ayudaron con casi todo”, recordó Laurel Derksen, quien también formó parte del equipo fundador.

 

En mayo, el programa celebró su 30º aniversario.

Publicaciones en collages

Alaska Conservation Foundation. Guide to Alaska’s Cultures. Anchorage, AK: Alaska Conservation Foundation, 2003.

Cathcart, Sue. “National Hispanic Heritage Month / Mes de La Herencia Hispana.” The Northern Light. September 17, 1996.

Dunham, Diane E. “Minorities Approach Media Board: Spanish Club Protests Cancellation of ‘Nuestra Columna.’” The Northern Light. April 2, 1991.

“Introducing New Faculty Members, Miss Cecelia Robinson, Instructor in Spanish.” The Farthest-North Collegian. October 1, 1930.

Maas, Art. “Spanish Club Opens the Hispanic World to Students.” The Northern Light. October 6, 1992.

Metoyer, Selma D. “The People’s Federation — Advisory Board to Allen.” The Northern Light. March 29, 1994.

Schell, Sarana. “Mercado Latino.” Anchorage Daily News. May 14, 2001, E1 edition.

Spanish Plus Soccer Club, 1983 Alaska Champions, December 1983.

Terrones, Mónica. “Recuerdos de Navidad.” Nueva Frontera, December 2006, 29 edition.

Tsong, Nicole. “Honorary Consul Links Alaska to Nations Big and Small.” Anchorage Daily News. August 11, 2003.

Ugarte, David. “No Foreign Language Majors Offered at UAA.” The Northern Light. November 13, 1990.

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