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FAMILIA

La vida para los primeros latinos en Alaska no fue fácil. Sobrevivieron gracias a sus fuertes lazos de solidaridad. Berta Preciado, quien llegó de México en 1979, comparte que a principios de la década de 1980, cuando había menos latinos en Anchorage, a menudo recibía llamadas del aeropuerto en las que algún empleado le decía: “‘Aquí hay una señora que habla español. ¿Puedes venir a recogerla?’” Ella los invitaba a dormir en su casa y los ayudaba a encontrar trabajo. Un sentido de comunidad ayudaba a los recién llegados a adaptarse a la vida en Alaska y prosperar. Preciado reflexiona: “Siempre que llegaba una familia, nos reuníamos para juntar abrigos y ayudarles a conseguir la ropa adecuada para el invierno. Aprendimos juntos a darnos una mano.”

Tiempo después, los inmigrantes trajeron a sus familiares o eligieron crear familias en Alaska. En nuestros días, las familias latinas en el estado pueden parecer distintas, pero todas gravitan en torno a los valores heredados de sus antepasados: respeto por los mayores y los niños, colaboración, reciprocidad, trabajo duro y unión. Como comparte el pastor Moyce Polanco de la República Dominicana, “Si eres parte de la familia, tengo una responsabilidad contigo y tú tienes una responsabilidad conmigo. Eso es muy fuerte en nuestra cultura.”

FAMILIAS TRANSNACIONALES

José y Olimpia Gibaja migraron de Perú a Anchorage a principios de la década de 1980. Hablante de quechua, un idioma indígena de los Andes, José Gibaja se llamaba a sí mismo “el último Inca.” Con el tiempo, los hijos y nietos de los Gibaja también migraron a Alaska. Don José era un hombre trabajador y aficionado a los puros.

 

Conoció a sus bisnietos en Alaska y Perú antes de fallecer en 2019.

Al igual que los Gibaja, muchas familias latinas se han establecido en el estado de manera escalonada. Los miembros de la familia se apoyan mutuamente a lo largo de este proceso para que las cosas funcionen. Las nietas del don José, Karim y Denise Otaegui, explican: “Mi madre fue una pieza fundamental en este proceso. Ella nos ayudó con nuestros hijos. No hubiéramos podido trabajar, iniciar un negocio o involucrarnos en la comunidad sin su apoyo.”

Los inmigrantes tienen diferentes niveles de conexión con sus países de origen. Nicolás Olano, abogado y padre de dos hijos, comparte: “No tengo familia en Colombia. Mi familia está aquí, con mi esposa y mis hijos. Mi corazón está con ellos.”

COMUNIDADES CULTURALES

Migrantes de toda América Latina consideran a Alaska su hogar. Las comunidades más grandes provienen de México, Colombia, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y El Salvador. El legado cultural de los latinos en Alaska incluye el idioma, la música, la danza, la gastronomía, las celebraciones y otras expresiones vitales.

A pesar de vivir a miles de kilómetros de sus países de origen en un paisaje muy diferente, los latinos de Alaska se esfuerzan para que su herencia cultural se mantenga viva y vibrante. “Hace tiempo, teníamos tres grupos colombianos de baile: uno de niños, otro de adolescentes y uno de adultos,” recuerda Sonia Cornejo, quien nació en Colombia. Denise Otaegui, una educadora peruana, explica: “Enseñamos a nuestros hijos a ser peruanos en Alaska viviendo nuestra cultura y sintiendo orgullo por ella. Mi hijo ha escuchado música peruana desde que estaba en mi vientre.”

Las historias de los latinos en Alaska trascienden las fronteras nacionales. Muchas familias incluyen a personas nativas de Alaska y a migrantes de otras regiones del mundo. Estas familias de orígenes multinacionales enriquecen el patrimonio cultural y fortalecen los vínculos entre las distintas comunidades del estado. Los latinos queer también exploran y celebran su latinidad. Y al hacerlo, forjan lazos comunitarios y familiares que apoyan su identidad y les permiten crecer.

Independientemente de su país de origen o afiliaciones comunitarias, los latinos entienden que el orgullo por la identidad cultural ayuda a los niños a prosperar y a que la cultura florezca.

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LATINO WAY OF BEING

En el corazón del espíritu latino se encuentran la preocupación por la familia, la empatía y la alegría. “A los latinos les importan sus hijos. Las familias siempre se divierten y ríen. Los padres son modelos de alegría para sus hijos,” comparte Julie Santaella. Nacida en Texas, Santaella es la directora de la Escuela Primaria Government Hill y valora profundamente cómo la importancia que tiene la conexión familiar entre los latinos enriquece el ambiente escolar.

Las familias latinas a menudo atesoran el legado de los abuelos y otros ancianos. “El respeto por nuestros mayores y la confianza en el apoyo familiar son algunos de los valores fundamentales que nos distinguen como latinos,” explica Ángela Jiménez, empresaria originaria de la República Dominicana.

Este espíritu de cuidado se extiende más allá de la unidad familiar. “Cuando un miembro de la comunidad ha enfrentado una crisis económica o de salud, la comunidad ha estado allí para apoyarlo. Nos unimos en tiempos difíciles, como lo hicimos en 2017 después del terremoto en México y el huracán en Puerto Rico,” explica la activista dominicana Ninetta Regalado, y enfatiza que la familia y la comunidad son prioridades fundamentales entre los latinos en Alaska.

¿Qué nos hace felices a los latinos en Alaska? Que los demás habitantes de Alaska nos reconozcan y nos hagan un lugar. Sabemos que pertenecemos y que tenemos el derecho de ser reconocidos.

Berta Preciado, México

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