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MUJERES TEJIENDO VIDA

Los pueblos Indígenas de Abya Yala utilizan el arte textil como un sistema de comunicación para expresar códigos espirituales y cotidianos. Las herramientas de tejido asociadas con la creación de vida tienen un valor cultural y espiritual significativo y se consideran objetos rituales femeninos. Los husos o malacates simbolizan la tierra fértil y el cuerpo femenino. En la cultura mexica o azteca del centro sur de México, las niñas recibían malacates como regalo al nacer y eran enterradas con sus herramientas de tejido cuando fallecían.

Las mujeres utilizan el tejido para expresar las historias de su comunidad y la sabiduría ancestral. Tejer un huipil, una túnica tradicional, se considera un ritual sagrado que conecta a la tejedora con sus antepasados. Hoy en día, el huipil continúa transformándose, reflejando las influencias culturales actuales. El arte textil Indígena es una tradición viva que transmite historias contemporáneas de la comunidad y diáspora Latina.

Los Malacates y el Ritual de Tejer la Vida

Los malacates son objetos ritualistas femeninos, porque hilar estaba relacionado con la creación de la vida. Cuando nacía una niña se hacía la ceremonia del baño (para las recién nacidas) en la que la partera con voz baja le daba bendiciones y se le ponía en sus manitas un malacate, un huso, y un machete, entre otras cosas (Códice Mendoza, p. 57). Hilar y tejer eran actividades divinas que aprendían todas las mujeres sin importar su estatus social. A los 4 años las niñas comenzaban a jugar con materiales textiles como el ichtli (fibra extraída del maguey) y el algodón. A los 7 años ya se les permitía a las niñas comenzar a hilar. Las jóvenes de 16 años ya sabían hilar y tejer y se consideraban listas para el atado de tilmas (la ceremonia de matrimonio donde se ataban las ropas de los desposados en señal de unión). Durante esta ceremonia, la novia era recibida con aromas de copal y ambos se regalaban ropas (Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin et al., 2010, pp. 462, 463).

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Colección de malacates

Hay que señalar que las mujeres que se rehusaban a hilar y tejer eran socialmente mal vistas. Pero, por otro lado, la comercialización de textiles generaba recursos para las mujeres y sus familias. En ese sentido, Elizabeth M. Brumfiel dice que la ropa tejida por las mujeres Aztecas trascendía la esfera del hogar porque influenciaba económica y socialmente a la sociedad entera y fue esencial para el éxito de las familias y del imperio Azteca (Brumfiel et al., 2008, pp. 90–94).

En los códices Borgia, Mayer, Nutall y Mendocino se documenta que el arte textil era una actividad ejercida exclusivamente por las mujeres y estaba relacionada con la diosa Tlazoltéotl. Al ser Tlazoltéotl la deidad del hilado y el tejido, se le representa con husos y malacates en la cabeza y a veces en la mano. El simbolismo del malacate es que al hacer un coitus con el huso, se empieza a desarrollar un embarazo que, a medida que se hace y el hilo se engrosa, se representa el desarrollo del feto.

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Representación de la diosa Tlazoltéotl con la boca pintada de negro

Cerámica moldeada y grabada

6.5 cm × 13 cm

Tlazoltéotl

Tlazoltéotl también gobernaba la sexualidad, la partería, la purificación, el placer, la medicina y la sanación. El nombre de Tlazoltéotl puede ser interpretado como la que come la inmundicia, la enfermedad, las fallas y culpas, y los restos humanos. Por ello, Tlazoltéotl está relacionada con la purificación del espíritu y cuerpo. Al comer lo negativo, ella simbólicamente lo limpia. En los códices es representada con la boca pintada de negro (por haber comido lo pernicioso) y con un anillo de nariz en forma de luna. El anillo lunar está relacionado con la fertilidad de los ciclos lunares y el ciclo menstrual de 28 días. Además, dentro de la luna se representa un conejo, quien personifica la fertilidad.

Así, Tlazoltéotl tiene una función regenerativa, convierte lo sucio en limpio, recicla lo muerto y lo hace fértil. Y es precisamente el atributo de la fertilidad el que se relaciona con los malacates y su papel en el ritual de la creación de vida. Ahí los malacates representan la tierra fértil, y a su vez, el cuerpo de las mujeres en las que se desarrolla el embarazo. Ver el cuerpo de la mujer como tierra fértil, donde comienza la vida de la comunidad, puede ser una de las raíces ancestrales de la filosofía cuerpo-territorio que permea el feminismo comunitario indígena hasta el día de hoy.

Mujer en posición de parto

Teotihuacán, México

Cerámica moldeada y grabada

8 cm × 15 cm

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Cuando las mujeres morían durante el parto, eran consideradas como guerreras fallecidas en la batalla. Cuando eran enterradas se les acompañaban con gritos de guerra, y sus esposos y familias las velaban por 4 noches (Nichols & Rodríguez-Alegría, 2017, p. 395). El parir era visto como una guerra entre la vida y la muerte. Las mujeres fallecidas iban a un lugar especial designado a ellas, el Cihuatlampa (en el Oeste) y ahí acompañaban al sol en el atardecer y se dedicaban a hilar y tejer (Códice Florentino, libro 6, capítulo 29).

Cuando las mujeres morían por cualquier circunstancia, también se les enterraba con su malacate, su machete y su huso. Por ello se puede presumir que parte de los malacates de esta colección pudieron haber sido encontrados en zonas arqueológicas donde hubo entierros de mujeres. Poca es la información sobre su hallazgo, pero se puede pensar que pudieron haberles pertenecido a guerreras Aztecas, a artistas textiles, a comerciantes o a mujeres que con el trabajo de sus manos y espíritu vistieron sus cuerpos y a sus familias con la distinción y elegancia que caracterizó a la sociedad Azteca.

MARGARITA BAUTISTA

El huipil Triqui, símbolo de unidad, es usado con orgullo por las mujeres Triquis en Alaska en eventos festivos y reuniones familiares. Los Triquis son una nación Indígena de Oaxaca, México. Muchos se han visto obligados a emigrar debido al despojo de sus tierras y la violencia continua en su región. A pesar de esto, el pueblo Triqui preserva y practica sus tradiciones en Alaska mientras reconstruye su forma de vida en el norte.

El huipil de Margarita Bautista representa el proceso de metamorfosis de una oruga a mariposa como símbolo de transformación y crecimiento. Las rayas blancas se llaman yiluu (gusanos) y las rayas rojas se llaman yahuii (mariposas). En el centro del pecho hay una raya roja gruesa llamada “madre mariposa”. La curvatura de la abertura del cuello representa el sol, mientras que las cintas de colores que cuelgan detrás forman un arcoíris. El huipil también presenta símbolos sagrados como montañas, que muestran la profunda conexión de los pueblos Triquis con la tierra. La iconografía de la mariposa vincula visualmente esta prenda con la relación que los Latinos hacen de la mariposa como símbolo de migración.

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Huipil Triqui, 2019

Margarita Bautista

Hilo de estambre, hilo de bordar, listón

Fotografia: Kailee Van Zile

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